6.3.07

Harischandra Ghat

El sonido del martillo sobre el clavo que ha de hender los troncos de madera. El oficio de los muertos. Los perros merodean. No obtendrán los restos de aquel cadáver que se llevan en la barca hacia el centro del río. El río se lo traga. La barca vuelve a la orilla.
Las vacas, al lado de la parihuela vacía. Indiferentes.
El fuego de los muertos calienta a los vivos. El arte de quemar a los muertos. Un arte de casta. El fuego arde en la orilla, casi sobre el agua. Los hombres miran. No esperan. Nadie espera. Nada ni nadie, aquí, espera nunca. Están. El muerto consumiéndose en su lecho de brasas, los hombres de pie sobre el barro. El gran linga de cobre domina como un faro el lugar del crematorio. Dice la fertilidad de la muerte, dice el universo.
Retiran lo que ha quedado de la madera, troncos ennegrecidos que servirán, tal vez, para otro fuego. Nada se pierde. Lo vivo nace de lo muerto.


Chantal Maillard, Diarios Indios (Pág. 60)

4 comments:

Fernando Pérez Fernández said...

escribe, cabrón. cuelga cosas, cabrón. se le echa a usté de menos, cuídese, cuidado con las bandadas de pelícanos-panda. Nicotina de altramuz, me revienta la testuz. En fin, salvese quien quiera. 1abrazo

y qué más da... said...

Le deja a uno como consumido...

Una pizca de sol said...

Estoy construyendo un totem en mi salón. En el hueco de un olmo blanco he pintado la bóveda celeste y del justo medio del centro del Universo pende la réplica de los ojos de Santa Lucía. Una semilla granate,grande como la palma de la mano,reposa en un montón de cintas negras de terciopelo.

Unknown said...

Has vuelto!!
¿ande andas? eh! ¿ande andas?