La Fête de la Musique estriba en los principios siguientes:
1- Tiene lugar cada año el 21 de junio.
2- La Fête de la Musique celebra la música en directo, y pone de relieve la importancia y la diversidad de las prácticas musicales, en todos los géneros musicales.
3- La participación en la Fête de la Musique tiene un carácter espontáneo y gratuito por parte de los músicos tanto aficionados como profesionales.
4- Todos los conciertos son gratuitos para el público. Los organizadores se comprometen a promover la práctica musical y la música en directo gratuitamente.
5- Todos los músicos tocan gratis (es decir, no cobran).
6- La Fête de la Musique procura ser principalmente una fiesta al aire libre que tiene lugar en las calles, las plazas, los parques...
7- Asimismo, la Fête de la Musique da la oportunidad de ocupar o de abrir excepcionalmente al público sitios que tradicionalmente no se prestan a los conciertos: museos, hospitales, cárceles, edificios públicos...
8- Dentro de este contexto de un evento sin ánimo de lucro todos los organizadores asumen la promoción y el apoyo de la Fête de la Musique.
La Fiesta Internacional de la Música es un evento organizado por primera vez en 1982 (el 21 de junio) por el entonces Ministro de Cultura francés, Jack Lang, que se celebra internacionalmente al amparo de estas máximas por la sencilla razón de que son estos principios los que encierran los valores que se quieren ensalzar con esta fiesta.
El domingo, mientras el resto del mundo celebraba espontánea y desinteresadamente la Fiesta de la Música, Heineken ingresaba -en España, claro está- en sus arcas euros y euros en concepto de patrocinio, imagen de marca y posicionamiento de producto; eso sí, a cambio de una oferta pretendidamente universalista (hay más ciudades en España que Madrid, Barcelona, Valencia y Orense) con los figurines -algunos ya algo trillados- de primera plana de nuestra tan laureada y a la vez raquítica "escena indie nacional". Al calor de los juicios que me han llegado a través de amigos, conocidos, blogs, e incluso el hilo de comentarios de Facebook acoplado sobre la página oficial del "Día de la Música Heineken" (es como el infierno en la tierra, todos los males juntos en esa intrincada red de páginas donde si te descuidas y haces clic un milímetro más allá de la agenda de conciertos -completamente censurada- puedes acabar con un barril de cerveza y una gorrita oficial de la Champions League Heineken FIB Häagen-Dazs en casa, festejando quién sabe qué), mi opinión no ha mutado mucho desde el prejuicio anterior. Queriendo constatarlo, tan sólo he podido ver algunos detalles sueltos de la celebración en motores de vídeos en la red, ya que su web de vídeo es tan mala que no ofrece contenidos a la carta, sino que hay que esperar a unas incomprensibles redifusiones en un streaming de una calidad muy mejorable.
Pero, más allá de todo esto, yo estaría "encantado" de que cualquier marca de algo se encargase de un evento así para llevarlo más allá, pero me parece que lo que Heineken está haciendo es ampliar su coto de acción empresarial, una cosa muy distinta de un verdadero apoyo a nada. Apoyar la Fête de la Musique pagando a los grupos con tirón seguro de la cantera indie (sobre la que me reservaré más comentarios, no es culpa suya este desastre, tan sólo les dan bombo) no es riesgo ninguno, ni apoyo a nada que no se sepa de antemano que va a dar beneficios. Y no culpo a Heineken por querer tener beneficios, es una empresa de bebidas alcohólicas, y quiere ganar dinero. Pero es que ahora quiere tener sus beneficios en un sector, el de la música, que a pesar de estar ya en crisis -y mucho más en España- por el tratamiento de mercado que se le ha dado, Heineken se empeña en perpetuar esa tendencia sectaria y destructiva (véase la foto de cabecera), y además en controlar el cotarro. Ése es el verdadero propósito detrás del cacareado "Día de la Música Heineken", inventarse un mercado en el marco de la música en directo, más allá de su sala de conciertos (donde tienen la desvergüenza de cobrar 12 euros por 1 litro de su cerveza -producción residual para ellos- mientras el Sr. M. Ward y sus cuatro músicos cobran 22 por su concierto y su arte). La música es otra cosa, señores, aunque dé dinero.
Si de verdad se interesaran por la música empezarían por la sencilla y económica tarea de hacer reformas en su sala de la calle Princesa de Madrid para que deje de sonar como una gruta prehistórica (incluso una gruta sonaría mejor...), o, por lo menos, cumplirían con los valores que tan "desinteresadamente" se han arrogado, los de la Fête de la Musique, aunque para eso, para saltárselos a la torera, ya se han encargado ellos de llamarlo "Día de la Música" y de alumbrarlo con su estrellita (roja, ja). No es necesario ir repasando uno por uno los principios de la fiesta, los de la cervecera se han saltado casi todos (menos hacerlo al aire libre, gratis y el día 21 de junio).
Tampoco voy a detenerme demasiado en la bochornosa y autocomplaciente rueda de prensa que tuve el cuajo de ver a través de internet (siempre esperando algo menos malo...), en los babosos piropos a unos, otros y a sí mismos que algunos de los "conferenciantes" tuvieron a bien pronunciar, o en las engordadísimas y mitificadas biografías de los grupos españoles que reunieron para la ocasión, todos fichados por discográficas y bien situados en los pasillos de influencia de este país. Y aquí está el problema, así como España ha crecido económicamente muy por encima de sus posibilidades en otros sectores, la música independiente de principios de los 90 se haido asemejando a aquello contra lo que crecía (los popes anteriores, que aún siguen ahí, por cierto, en los mismos locales de copas que ellos) , y se ha instituido finalmente en una nueva pequeña burguesía musical, dejando de nuevo huérfanas las propuestas excéntricas y faltas de padrino (o Papito, como se prefiera). Y lo que ocurre es que cuando se dejan de lado estas propuestas no hay renovación, novedad, crecimiento y creación real, ni escenas, ni nada de nada, más que hypes repetitivos con fecha de caducidad.
Pues, como se ha demostrado repetidamente a lo largo de la historia, no hay peores consejeros culturales que los pequeñoburgueses, con su pensamiento estrecho y de clase oprimida que se vuelve opresora. Y ahora, encima, se alojan todos en la gran casa de la todopoderosa Heineken, una empresa que desde que irrumpió en el panorama musical de este país no ha hecho sino lucrarse y tomarnos el pelo (sino miren ustedes el cartel del FIB de este año, y recuerden sus inicios). Por suerte, aún hay refugios, y somos cada vez más los que intentamos hacer que la expresión artística -en este caso, musical- sea cada vez más abierta y plural, donde un público educado sepa escoger sus gustos y los reivindique. Así tendremos más y mejores públicos, y más y mejores artistas. Y así habrá mejores condiciones para la música -y también para su mercado-. Así habrá algo que celebrar, esperemos, un día no muy lejano.
TSNTS en el escenario Frühperlen ins Karmanoia, Fête de la Musique 2009, Berlin
Por fortuna, me he evitado presenciar este bochorno; ya fue suficiente con la especie de fiesta de pueblo (por lo cutre) que montaron el año pasado al lado de un Manzanares ocultado por los toldos de la cerveza de la estrella roja. Este año fui invitado por la organización de la Fête de la Musique en Berlin (gracias a unos conocidos que colaboraban en la programación, gestionada por el Ayuntamiento de la ciudad y de inscripción pública y abierta) para tocar en el escenario Frühperlen ins Karmanoia, en el corazón del bullente -vital y artísticamente- barrio de Neukölln. Fue un día muy especial, popular, lleno de niños y señoras turcas, abierto a todo el mundo, con un centenar de escenarios en los que artistas profesionales, amateur, famosos o desconocidos tocaban sus canciones sin esperar un duro, para celebrar la música, donde en medio del concierto un espontáneo subió a acompañarme con una flauta travesera, donde la gente con sus instrumentos tocaba en cada esquina... Digan ustedes cuál de las dos realidades se acerca más a la teoría de cómo debe organizarse este evento. Todo ello, claro está, con sus errores, que los tuvo.
Ahora, muerta la música en este país, aunque ya hace tiempo llorada, sólo queda enterrar su cadáver maltrecho, y brindar con una cerveza bien fría...
2 comments:
Me gusta mucho, pero te ha quedado un poco largo.
Descorazonémonos del todo. Y volvamos a empezar. Muy bien. Tu foto también. Teailofllu.
Post a Comment