El jubilicenciado dejó la vida sedentaria y se internó en suburbanismos de corte de nata y franela, chiclado el aire emparedado de gafas de sol. Así se presentaron las estaciones en que este banco ha estado desde siempre, ocupado y cubierto de hojas, cimentando el paralelismo atmosférico y dejando de lado cuestiones de vasos comunicantes y puestas de sol.
Tan sólo un brote de cuchicheos, una bandada de mapaches, un cinturón de meteoritos y una sopa fría. "Soy el menoscuarto de la existencia", quería decir cuarto menguante, como un duelo a través de los rayos del sol, reflejados lenta y sorpresivamente en la nieve, que simpre acaba doblemente abatido, ya la parte derecha del cuello, ya las caderas. En medio del pantano del este se erguía una esfinge bubónica de calado extrahumano. Siempre se decía que cómo iba a ser de otra manera, ¡había que ver con las indecentadas que se gastan en otras partes! Y aquí se paraban a regurgitar la frase y contemparla espasmódica en sus palmas.
Las siguientes veces fue menos normal, todos se revoltijaban entre los abetos agarrados de las gabardinas, se escupían las manos alborozados de que la saliva no les calase la carne. Una tarde rebotaban las orejas contra los muros, enarbolaban sus deliciosos enjambres de toruramiento, y uno se le acercó, y le dijo, silencioso: "No es tú, seremos vosotros." Nadie pudo ponerse a cubierto, y esa respuesta satisfizo por los aires y los dientes saltaron en cascada por el suelo.
2 comments:
En mi soledad/he visto cosas muy claras/que no son verdad. Deja de arrojarte contra el muro, píntalo de azul. Deja de empaparlo de Rojo.
Lo cual no quita que el texto me parezca en la nueva línea, que me parece acertada e interesante. La imagen final, de los dientes despanzurrados, así como el bien llevado tono argumental (no lineal, pero tangible). Siento siempre olvidar decir lo que doy por sentado.
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